Ir al contenido principal

Editorial

    Percibo con asombro que el imaginario de las marcas para dar nombre a los perfumes se está alejando cada vez más de las posturas clásicas más obvias (Flowers, Agua Fresca de Rosas, Dahlia Noir). Leí en algún lugar que ya olvidé, que así es mucho mejor. Porque en cierto punto los perfumes son historias contadas con notas fragantes y hay que descubrir al usarlos, de qué tratan.

    Observo que los conceptos detrás de las composiciones se han vuelto más sugestivamente intelectuales. Con todo, aunque me muevo por emociones, adoro también los entretejidos complejos que me hacen pensar los olores de manera diferente.

    Recibo, con alegría, que irrumpe con mayor difusión y fuerza, el movimiento cultural olfativo.

    Los enfoques son diversos. Por un lado las noticias de tono científico testimonian que los perros con su olfato pueden detectar “el virus” (me niego a mencionarlo). Agregan que en Turquía debido a una tradición otomana, se usa una colonia para enjuagar las manos antes de entrar a las casas. Pero no se trata de la colonia que conocemos. Es ‘kolonya’, todo un símbolo de hospitalidad y salud, con notas alimonadas y florales¹. Por otra parte, hoy en día, se multiplica en el mundo la iniciativa de la industria y de las casas de perfumes por fabricar geles sanitizantes fragantes.

    Nos obsesiona también llegar a padecer anosmia. En consecuencia, los estudios médicos se prolongan hacia allí.

    Si retomamos otras orientaciones, acabo de saber que en México hay monos que se perfuman. Los vieron frotar su cuerpo y machucar plantas aromáticas, interpretando que esta acción no era más que un instinto para repeler insectos, aunque ahora se afirma que lo hacen simplemente porque les gusta oler bien.

    Y finalmente, desde hace algún tiempo, la arqueología nos aporta argumentos nuevos cuando se agotan los abordajes contemporáneos.

    Sin duda, como Museo, la interrelación de las artes es uno  de nuestros objetivos (misión en términos de gestión). Invitada por Inés Viñuales, directora de la Fundación Ortega y Gasset, participé, muy recientemente, en una reunión online de Museos de todo el país. La disertante de la Casa Museo Ricardo Rojas, aseguró que será la creatividad y el repensarnos virtualmente la manera para seguir adelante.

    Mientras comienzo con el equipo a repensar y a profundizar los estudios aromáticos del mundo precolombino y argentino particularmente, lo único claro, en este día lluvioso, es que quisiera comprar, a cualquier precio, un perfume que se llama “Bal D'Afrique”. (ByREdo, 2009. Perfumista: Jerome Epinette).

    Está inspirado en el París de los años 20 y en su “infatuation” con la cultura africana. Se trata de un mix de la vanguardia parisina, de esa vida intensa, de los excesos y la euforia, con la exclusiva y vibrante expresión de la música y la danza subsaharianas. Contiene neroli y marigold africana. Quienes me conocen saben por qué lo elijo. Para otras personas adelanto que me interesan, como objeto de estudio, los perfumes de entreguerras. Las historias escondidas en  recuerdos, cuando en las sórdidas trincheras, los soldados olían los pañuelos de sus novias embebidos en L'Heure Bleu. Vislumbraban así una esperanza de paz que hoy valdría la pena reintentar.


Diana Avellaneda.
¹ Agradecemos por ésta información a la Lic. Ana Inés Chiesa (residió en Estambul  y está radicada actualmente en  Dinamarca).  La kolonya se usa sobre todo en las celebraciones del Ramadán, con composiciones especiales y la costumbre deriva del uso del agua de rosas en todo el mundo islámico.


Comentarios